Todos hemos sido novatos en algo alguna vez y hemos cometido infinidad de errores; por desgracia, los traductores no somos una excepción. ¿O es que hay algún colega que no haya aprendido a base de equivocarse una y otra vez? Ya sea en temas de marketing, fiscalidad o gestión del trabajo, hemos construido los cimientos de nuestra carrera sobre los errores. Estos son los 20 más comunes. Si quieres aprender a evitarlos, sigue leyendo.
1. Presentar un currículum estándar.
Hay muchos compañeros que defienden que los traductores, en calidad de autónomos, ni siquiera deberíamos tener currículum. Y es algo completamente razonable: ¿acaso le pides el currículum al fontanero antes de contratarlo para que te haga una obra en casa? ¿O al notario cuando quieres contratar sus servicios? Pero la mayoría de los clientes siguen pidiendo un currículum y no vamos a ser nosotros quienes acabemos con esta costumbre; pero lo que sí podemos hacer es redactar un currículum adecuado para nuestra profesión. No os podéis ni imaginar la cantidad de traductores profesionales que redactan currículum poco eficientes. Voy a explicarlo de una forma sencillísima: si alguien quiere contratar nuestros servicios de traducción, le va a importar un pimiento que hayamos trabajado de socorristas, camareros, médicos o jueces del Tribunal Supremo, por mucho que luego sean nuestros ámbitos de especialidad. Lo que verdaderamente importa es que hayas hecho uso de tus conocimientos y experiencia para haber ejercido de traductor en ese ámbito. Ojo, no quiero decir que si tenéis amplia experiencia y conocimientos en un campo determinado tengáis que omitirlo, sino que hay que reflejarlo de forma distinta a los currículum estándar. En tu currículum de traductor, deben figurar tus lenguas de trabajo, tu formación académica, tus especialidades y tu experiencia exclusivamente como traductor, nombrando proyectos o clientes para los que hayas trabajado. Si tu experiencia laboral en otros campos te ha proporcionado amplios conocimientos en un ámbito de especialidad determinado (por ejemplo, el derecho, la ingeniería, la economía o la medicina), hazlo figurar de forma creativa en el currículum, pero recuerda: el cliente tiene que tener muy claro que eres un traductor que antes trabajó de otras cosas, no un profesional de otro ámbito que ahora se dedica a la traducción. En entradas posteriores hablaré de cómo redactar un currículum de traducción efectivo y original.2. No redactar una carta de presentación.
O redactarla mal. Cuando he publicado anuncios para buscar traductores en otras combinaciones lingüísticas, me ha sorprendido la cantidad de malas solicitudes de empleo que pueden llegar. Desde algunos que ni siquiera escriben una carta de presentación (y te plantan un «Please find attached my CV», así, sin saludarte ni nada) hasta otros que envían «copia pegas» sin el más mínimo indicio de haber leído la oferta de trabajo, pasando por esos que tratan a quien le puede contratar como si fuera un amigote con el que se va de cañas. Una buena carta de presentación es fundamental para que el empresario se pueda decantar por ti en lugar de otro. En ella tienes que convencerle de que tú eres el mejor porque, simplemente, tus servicios de traducción superan a los de la competencia. Y eso no lo podrás conseguir si, primero, empiezas tu carta por un neutro «To whom it may concern» para responder a anuncios en los que claramente se muestra el nombre y los apellidos de la persona a cargo de la oferta, o si, por ejemplo, el trabajo es para una traducción literaria y en tu carta de presentación copipega no dejas de insistir en que eres un excelente traductor jurídico. Errores así muestran una total falta de interés por parte del traductor. Y ese es, posiblemente, el peor defecto que se puede tener en esta profesión.3. Infravalorar la presencia en línea.
Está claro: si no figuras en internet, no existes. Intenta que tu presencia en línea sea la mayor posible y que esté relacionada con tu profesión. Es decir, que si introduces tu nombre y apellidos en Google, las primeras páginas que aparezcan sean tus perfiles profesionales o tu página web. Mantén siempre tus perfiles actualizados: cuando un cliente recibe tu solicitud de empleo, lo más probable es que lo primero que haga sea buscar tu nombre en Google.4. No saber detectar los malos clientes.
Se ven a la legua, pero a veces estamos tan ilusionados por ese proyecto que nos acaba de llegar que no nos damos cuenta de que jamás nos van a pagar. Hay muchísimas agencias conocidas por llevar meses sin pagar a sus traductores hasta que, o bien la bancarrota o bien las acciones legales les obligan a cerrar, obviamente, sin abonar las deudas a sus traductores. Por no hablar de, directamente, delincuentes que no representan a ninguna agencia y que son maestros del timo a traductores inocentes. Siempre que os llegue un encargo a la bandeja de correo electrónico, comprobad el historial de la agencia en la Blue Board de Proz o similares. También prestad mucha atención a la dirección de correo electrónico: si dicen representar a una agencia pero su correo electrónico es de Gmail, Hotmail, Yahoo u otro proveedor de correo electrónico gratuito, probablemente os quieran timar (las agencias siempre tienen dominio de correo propio). En el caso de que se ponga en contacto con vosotros un particular o algún cliente que os resulte sospechoso, pedid siempre el pago por adelantado (total o parcial) antes de entregar la traducción.5. Trabajar únicamente para agencias españolas.
Lo bueno de ser autónomos es que podemos trabajar para clientes de todo el mundo. Entre las ventajas de trabajar para clientes extranjeros se encuentran la menor masificación de traductores a español, tarifas más elevadas (ojo, no en todos los países, pero en muchos sí) y la exención de IVA. No os limitéis a enviar vuestra solicitud solo a agencias españolas: mis mejores clientes son extranjeros.6. No andarse con cuidado con las pruebas de traducción.
Las pruebas de traducción son la mejor forma de poder demostrar lo que vales cuando tu currículum está vacío de experiencia laboral. Pero hay que tener mucho cuidado. Las pruebas de traducción nunca deberían tener más de 300 palabras: si son más largas, es posible que os estén intentando colar una traducción gratuita.7. No informarse acerca de las condiciones de pago de los clientes.
No es poco habitual encontrarse con que, tras un encargo de urgencia, la agencia te comunica que te va a pagar 90 días después. O que solo va a pagarte con cheque. O que no utilizan Paypal y, para un trabajo de 20 euros, te mandan una transferencia bancaria que se queda en 5 euros tras haber descontado todas las comisiones por transferencia internacional. Siempre antes de aceptar un encargo pregunta por las condiciones de pago y de facturación.8. No leer los contratos de confidencialidad.
La mayoría de las agencias te enviarán un contrato en el que se especifiquen las condiciones de trabajo freelance antes de realizar el primer proyecto para ellos. Pues bien, leedlo siempre. Hay auténticas perlas en algunos de esos contratos. Seguro que algunos compañeros más experimentados podrán compartir con nosotros sus experiencias en lo que a cláusulas increíbles se refiere. En caso de duda, no lo firméis.9. No distribuirse bien el tiempo.
¿Eres de esos que estudiaba para los exámenes siempre el último día? Pues quizá esta no sea tu profesión ideal. Para ser traductor autónomo hay que saber organizarse el tiempo de forma excelente, porque te puedes encontrar con un problema muy gordo. Y, cuando estás empezando, perder un cliente porque no te ha dado la gana acabar una traducción a tiempo (o porque la has hecho deprisa y corriendo y el resultado es una mala traducción) es mucho más serio que suspender un examen en la universidad. Cuando eres traductor autónomo, desaparece de tu vida el «ya lo haré luego»: no es solo cuestión de cumplir escrupulosamente con la distribución del trabajo (poniéndose metas de palabras al día, etc.), sino también de ser rápido en enviar tu solicitud cuando sale una nueva oferta de trabajo, o en no tardar mucho en responder a ese correo electrónico de un cliente que te acaba de llegar. Si lo dejas para después, es muy probable que pierdas el trabajo.10. Aceptar proyectos urgentes poco realistas.
Esto está íntimamente relacionado con lo anterior: por muy bien que te organices, ningún traductor es capaz de traducir 40 000 palabras en una semana sin volverse loco. Personalmente, a mí me cuesta ya traducir más de 3000 palabras en un día, y eso que mi ritmo en un ámbito general o que domine es de unas 600 palabras por hora (hasta 800 a primera hora de la mañana, cuando aún estoy fresca y si el texto es muy sencillo), pero soy incapaz de estar más de 5 o 6 horas seguidas manteniendo este ritmo sin empezar a hablar con mi perra, a buscar caras misteriosas en el gotelé de la pared o a tararear canciones de anuncios. Pues imagínate hacer esto mismo durante 7 días a la semana: nos daríamos al alcohol. Si tienes que aceptar trabajos urgentes, que sean realistas; tú te conoces y sabes cuántas palabras eres capaz de traducir por hora. Quizá te merezca la pena trabajar un día 10 horas para sacar ese trabajo urgente adelante, pero un día es un día: haz que el siguiente sea más relajado. Tu cuerpo no podrá aguantar ese estrés durante mucho tiempo, así que, si te pegas palizas de trabajo durante un día, que sea de forma muy esporádica. Si no, las consecuencias serán terribles. Por ejemplo, a mí me ha salido acné. Y una cana. ¿A que no quieres que te pase lo mismo?
En los próximos días, atentos a los siguientes diez errores más comunes entre traductores principiantes (y los que no lo son tanto).